Como parte del encuentro 'Perú mágico', en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), se presentó el documental sobre Herlinda Agustín, curandera y artesana shipiba. Con ella conversamos acerca de su pueblo, sus costumbres y su magia.
"Cuando crecemos, aprendemos lo que nos enseñan nuestros abuelos y abuelitas. De esa manera nosotros seguimos. Las niñas, cuando tienen seis años, aprenden a lavarse, a cocinar, a traer su leña y a ayudar a la mamá. Así, poco a poco. Yo ayudaba a mi mamá a cocinar, a lavar platos y la ropa", recuerda Herlinda Agustín.
¿Y los niños?Los niños aprenden a traer agua, a pescar, a cazar y las cosas del hombre.¿Y usted no aprendió nada eso?Yo sí me iba siguiendo a mi papá. Él picaba paiches y pescados grandes. Antes había. Mi papá les lanzaba las flechas y los subía a la canoa, que era grande también, pero igual se movía y nosotras gritábamos. Usted se dedica a la artesanía. ¿Aprendió de su mamá?Sí. Cuando ella hacía cerámica, yo hacía con ella. Me daba bolitas chiquitas para que aprendiera. Cuando bordaba telas, me daba pedacitos. Y para pintar nos daba pinceles de palo. Antes, mi mamá no me quería mandar a la escuela. Ella decía que las mujeres no debían salir. Yo fui aprendiendo cosas de mi cultura nomás, que son cosas que me sirven. Estudié tres años en la escuela, nada más.
¿Cómo se gana la vida?Hago mis bordados de lo que veo en mis visiones con ayahuasca. Los hago con cánticos. También los pinto. Y con esto vivo yo y también hago que puedan estudiar mis hijos. ¿A qué edad probó ayahuasca por primera vez?Como a los 20 años. Quería probar porque quería quitarme el miedo. ¿Daba miedo?Sí. De repente me revolcaba o me gritaba. Pero solo hay que aguantar el ayahuasca. No hay que tener miedo de lo que vamos a ver. Hay que estar nomás dirigiendo el espíritu, el pensamiento y el cuerpo, y uno se marea bien. ¿Quién le enseñó?Yo miraba a mi abuelo, que era curandero. Él curaba un montón de gente enferma. Mi abuela también. Ella hacía masajes. Yo me sentaba al costado a mirar la ceremonia y le preguntaba a mi abuela ¿qué estás cantando?, ¿qué estás haciendo? Y mi abuelita me explicaba. Mi mamá era enfermiza y yo la seguía; entonces, siempre veía todo. Salía el espíritu del chamán, la casa temblaba como temblor y desde el techo caían las mostacillas. ¡chuaaaa!¿De dónde caían? ¿Alguien las tiraba?¡Nadie! Del techo, en la noche, caía un montón, cuando estaban curando.
Usted también sabe curar, ¿no?Sí. Mi abuelita me decía: 'Tienes que aprender porque ya tienes 20 años. Cuando nosotros muramos, ¿quién va a curar a tus hijos?'. Yo al comienzo no quería pero, después, ya me gustó. Cuando me hizo tomar mi tío, ya tuve visiones. Bonito. También veía bastantes gusanos en la tierra pero, cuando pasaba mi mano por la tierra, no había nada (ríe). Y así me ponía a cantar. Sin saber, pero cantaba. Creo que el espíritu me ha dado el don también.
¿Y funciona?Si no funcionara, la gente no me buscaría. A la gente no le gusta que le mientan. La gente quiere las cosas ciertas. No es bueno mentir tampoco.¿Con qué males llega la gente?A veces vienen de susto o de frío. A veces tienen vómitos, diarrea, dolor de cuerpo o cabeza, se sienten mal o se sienten cansados -solo quieren dormir- o tienen dolores de estómago. Y eso hay que curar fumando y con otras cosas.Me decía que limeños acuden a usted. ¿Usted cree que se sienten mal en serio o que están medio locos?Se sienten mal. Sienten que su corazón no está bien. Quieren sentirse bien. Hay algunos medio locos, son los que fuman marihuana. Es que eso tampoco se debe fumar sin saber. Y esos espíritus y su energía pueden agarrar muy fuerte a la gente y la alocan. En Lima, uno ve a esa gente que de repente bota su ropa y se queda así, calata nomás. Es que ha recibido una fuerza grande. ¿Quién los va a sanar?¿Usted ha vivido en Lima, no?Sí. Cinco años. Yo sé vivir en Lima, es que tengo muchas amigas aquí. Ahora vivo en mi comunidad, San Francisco de Arinacocha. Vengo cuando algún amigo está enfermo y me llama.
"Cuando crecemos, aprendemos lo que nos enseñan nuestros abuelos y abuelitas. De esa manera nosotros seguimos. Las niñas, cuando tienen seis años, aprenden a lavarse, a cocinar, a traer su leña y a ayudar a la mamá. Así, poco a poco. Yo ayudaba a mi mamá a cocinar, a lavar platos y la ropa", recuerda Herlinda Agustín.
¿Y los niños?Los niños aprenden a traer agua, a pescar, a cazar y las cosas del hombre.¿Y usted no aprendió nada eso?Yo sí me iba siguiendo a mi papá. Él picaba paiches y pescados grandes. Antes había. Mi papá les lanzaba las flechas y los subía a la canoa, que era grande también, pero igual se movía y nosotras gritábamos. Usted se dedica a la artesanía. ¿Aprendió de su mamá?Sí. Cuando ella hacía cerámica, yo hacía con ella. Me daba bolitas chiquitas para que aprendiera. Cuando bordaba telas, me daba pedacitos. Y para pintar nos daba pinceles de palo. Antes, mi mamá no me quería mandar a la escuela. Ella decía que las mujeres no debían salir. Yo fui aprendiendo cosas de mi cultura nomás, que son cosas que me sirven. Estudié tres años en la escuela, nada más.
¿Cómo se gana la vida?Hago mis bordados de lo que veo en mis visiones con ayahuasca. Los hago con cánticos. También los pinto. Y con esto vivo yo y también hago que puedan estudiar mis hijos. ¿A qué edad probó ayahuasca por primera vez?Como a los 20 años. Quería probar porque quería quitarme el miedo. ¿Daba miedo?Sí. De repente me revolcaba o me gritaba. Pero solo hay que aguantar el ayahuasca. No hay que tener miedo de lo que vamos a ver. Hay que estar nomás dirigiendo el espíritu, el pensamiento y el cuerpo, y uno se marea bien. ¿Quién le enseñó?Yo miraba a mi abuelo, que era curandero. Él curaba un montón de gente enferma. Mi abuela también. Ella hacía masajes. Yo me sentaba al costado a mirar la ceremonia y le preguntaba a mi abuela ¿qué estás cantando?, ¿qué estás haciendo? Y mi abuelita me explicaba. Mi mamá era enfermiza y yo la seguía; entonces, siempre veía todo. Salía el espíritu del chamán, la casa temblaba como temblor y desde el techo caían las mostacillas. ¡chuaaaa!¿De dónde caían? ¿Alguien las tiraba?¡Nadie! Del techo, en la noche, caía un montón, cuando estaban curando.
Usted también sabe curar, ¿no?Sí. Mi abuelita me decía: 'Tienes que aprender porque ya tienes 20 años. Cuando nosotros muramos, ¿quién va a curar a tus hijos?'. Yo al comienzo no quería pero, después, ya me gustó. Cuando me hizo tomar mi tío, ya tuve visiones. Bonito. También veía bastantes gusanos en la tierra pero, cuando pasaba mi mano por la tierra, no había nada (ríe). Y así me ponía a cantar. Sin saber, pero cantaba. Creo que el espíritu me ha dado el don también.
¿Y funciona?Si no funcionara, la gente no me buscaría. A la gente no le gusta que le mientan. La gente quiere las cosas ciertas. No es bueno mentir tampoco.¿Con qué males llega la gente?A veces vienen de susto o de frío. A veces tienen vómitos, diarrea, dolor de cuerpo o cabeza, se sienten mal o se sienten cansados -solo quieren dormir- o tienen dolores de estómago. Y eso hay que curar fumando y con otras cosas.Me decía que limeños acuden a usted. ¿Usted cree que se sienten mal en serio o que están medio locos?Se sienten mal. Sienten que su corazón no está bien. Quieren sentirse bien. Hay algunos medio locos, son los que fuman marihuana. Es que eso tampoco se debe fumar sin saber. Y esos espíritus y su energía pueden agarrar muy fuerte a la gente y la alocan. En Lima, uno ve a esa gente que de repente bota su ropa y se queda así, calata nomás. Es que ha recibido una fuerza grande. ¿Quién los va a sanar?¿Usted ha vivido en Lima, no?Sí. Cinco años. Yo sé vivir en Lima, es que tengo muchas amigas aquí. Ahora vivo en mi comunidad, San Francisco de Arinacocha. Vengo cuando algún amigo está enfermo y me llama.
Enviado por Martin Moya brequeros690@yahoo.es
1 comentario:
Herlinda es una señora muy respetable, que se dedica al servicio de la humanidad, gracias Herlinda tus cantos nos hacen vivir realmente como Dios manda.
y ella es de Yarinacocha.Pucallpa
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