Lakshmi es su nombre. La fe en ella procura salud, fortuna, amor, belleza, la flor de loto y la fertilidad. Está simbolizada por la luz y en las fiestas en su honor la gente cuelga lámparas fuera de sus casas. A esta altura esto no es más que una leyenda, pero nadie sabe si alguna vez existió otra niña con cuatro brazos, en esos tiempos en que la barbarie no estaba tan dispersa. Quizás por esos días la gente vio en esa mujer la encarnación de lo más sublime de la humanidad: la dignidad; y eso bastó para erigir como Diosa a alguien tan distinta. Nadie pensó que nuevamente podía volver a nacer alguien con esa forma. Pero así fue, aunque esta vez la occidental ciencia puede intervenir su cuerpo para volverla a la "normalidad". La misma "normalidad" a la que todos nos debemos someter para que "alguien" o "algunos" puedan estar en paz. Si escuchan con cuidado pueden oír al médico decir en el siguiente vídeo "nosotros queremos demostrar que la cirugía hindú está al mismo nivel que cualquier país occidental. Y eso lo demostramos experimentando con nuestros niños deformes, sin reparar en el perjuicio que podamos hacer a las creencias locales"
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario