El Premio Ambiental Goldman, de prestigio mundial, se entrega a los ecologistas de base, es decir, a aquellos que dentro de sus pueblos luchan por su entorno. Julio Cusurichi acaba de ganar este galardón por su labor -que incluye ayudar en la creación de una reserva natural- en Madre de Dios.
"Yo nací en El Pilar, una comunidad nativa en Madre de Dios. Ahí se habla mayoritariamente shipibo y otras lenguas aborígenes. El pueblo es una mezcla porque tuvo su origen en una misión de los dominicos. El primer idioma que aprendí fue el castellano, por imposición de los religiosos, pero no perdimos nuestro lenguaje. Ahora estamos formando profesores de nuestro propio pueblo", explica Julio Cusurichi.
¿Cómo crece un niño allá?Cazando y pescando. Es un territorio de naturaleza muy rica. Yo aprendí a cazar con mi papá y a pescar en las cochas (lagunas). En ese tiempo era muchacho y, por eso, era curioso. Iba detrás de mi papá para ver todo. Así aprendí que el bosque era como un mercado. Si queríamos venado, ya sabíamos dónde ir. Y, según el pescado que nos provocara, íbamos a la cocha o a la quebrada. Sin dinero. Muy diferente es la ciudad, donde todo es plata: un plátano, el agua, todo. Y, si uno toma agua en una quebrada, de repente es más pura que en la ciudad. Eso ha hecho que los indígenas amen su territorio.
¿En qué momento adopta la causa de la defensa de la ecología?Aunque eso puede ser lo que más resalte, es mucho más que ecología. Es un asunto social, humano y cultural. Yo comencé con esto cuando vi que los taladores ilegales afectaban los bosques, los mineros contaminaban el agua y cuando las autoridades nos ignoraban.
¿Cómo empezó su labor activista?Cuando maduré, me convertí en dirigente de mi comunidad, en el 97. También fui dirigente de mi organización, la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), desde el 99. En el 2005 fui dirigente nacional de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), donde tuve una visión más amplia y entendí que los problemas no eran solo de mi comunidad sino que nos afectaban a todos, como los ríos llenos de peces muertos por el mercurio de la minería.
Las petroleras han afectado sus pueblos.Conocí el río Corrientes, de los hermanos achuar. Después de 35 años de actividad petrolera, el río estaba contaminado y los niños tenían cadmio y plomo en la sangre. Nosotros lo denunciábamos y las autoridades decían que no pasaba nada. Pero los hermanos nos decían que veían la contaminación llegar, que su río ya no tenía pescado, que no podían tomar el agua porque les salían ronchas.
También denunciaron los problemas que les trajo el gasoducto de Camisea.Claro. En agosto del 2004, el presidente Toledo dijo que ese era un megaproyecto. Y el 22 de diciembre de ese año se produjo el primer derrame. Fue el regalo de Navidad para los matsiguengas. Y ha habido muchos más derrames. Por esto luchamos.
Usted también ha denunciado la tala ilegal en los bosques amazónicos.Nosotros apoyábamos el modelo forestal que propuso el Inrena. Se trataba de que los concesionarios manejaran con responsabilidad su bosque, con lo que ya no iban a entrar a los territorios indígenas en aislamiento voluntario. Los taladores, lógicamente, no querían formalizarse.
Tengo entendido que usted ha participado en demandas a empresas norteamericanas.Sí. Interpusimos una demanda ante una corte internacional en Nueva York a instituciones y empresas norteamericanas. Ellos validan la tala ilegal de caoba que, además, está contra la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas.
¿Qué es aislamiento voluntario?Son pueblos indígenas que, por seguridad, han optado por internarse más en el bosque. Ellos no tienen contacto con nosotros ni con la sociedad. Son muy vulnerables a cualquier enfermedad. Por eso hemos trabajado proponiendo que el Gobierno cree reservas territoriales. En el Perú existen catorce pueblos en estas condiciones, en diversos lugares de la selva.
¿Ha recibido amenazas por sus actividades?Sí. En Madre de Dios, taladores ilegales hicieron un paro con vandalismo. Incendiaron la oficina de Inrena, Registros Públicos y otras instituciones. Uno de los objetivos fue quemar mi casa. Siempre ha habido rumores de que yo estaba en su lista, pero esto no me ha intimidado. He continuado. Chocar con los intereses petroleros y madereros ha conllevado siempre riesgos. Esta vez, por lo menos, estoy conociendo algo positivo de esto.
Cuénteme del premio que ha recibido.Lo recibí en San Francisco, el 23. Hice una exposición de cinco minutos en la sala de ópera de la ciudad, ante 3,500 personas. Estuve recibiendo felicitaciones como una hora y media. Fue agotador, pero también sentí la fuerza de otros pueblos de Colombia, Bolivia, Venezuela o Ecuador, incluso de países de África, que sentían que nuestro trabajo también los alcanzaba a ellos. Hemos puesto en agenda los problemas de los hermanos indígenas de otros países del mundo y ya he recibido muchas invitaciones para difundir estos temas.
"Yo nací en El Pilar, una comunidad nativa en Madre de Dios. Ahí se habla mayoritariamente shipibo y otras lenguas aborígenes. El pueblo es una mezcla porque tuvo su origen en una misión de los dominicos. El primer idioma que aprendí fue el castellano, por imposición de los religiosos, pero no perdimos nuestro lenguaje. Ahora estamos formando profesores de nuestro propio pueblo", explica Julio Cusurichi.
¿Cómo crece un niño allá?Cazando y pescando. Es un territorio de naturaleza muy rica. Yo aprendí a cazar con mi papá y a pescar en las cochas (lagunas). En ese tiempo era muchacho y, por eso, era curioso. Iba detrás de mi papá para ver todo. Así aprendí que el bosque era como un mercado. Si queríamos venado, ya sabíamos dónde ir. Y, según el pescado que nos provocara, íbamos a la cocha o a la quebrada. Sin dinero. Muy diferente es la ciudad, donde todo es plata: un plátano, el agua, todo. Y, si uno toma agua en una quebrada, de repente es más pura que en la ciudad. Eso ha hecho que los indígenas amen su territorio.
¿En qué momento adopta la causa de la defensa de la ecología?Aunque eso puede ser lo que más resalte, es mucho más que ecología. Es un asunto social, humano y cultural. Yo comencé con esto cuando vi que los taladores ilegales afectaban los bosques, los mineros contaminaban el agua y cuando las autoridades nos ignoraban.
¿Cómo empezó su labor activista?Cuando maduré, me convertí en dirigente de mi comunidad, en el 97. También fui dirigente de mi organización, la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), desde el 99. En el 2005 fui dirigente nacional de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep), donde tuve una visión más amplia y entendí que los problemas no eran solo de mi comunidad sino que nos afectaban a todos, como los ríos llenos de peces muertos por el mercurio de la minería.
Las petroleras han afectado sus pueblos.Conocí el río Corrientes, de los hermanos achuar. Después de 35 años de actividad petrolera, el río estaba contaminado y los niños tenían cadmio y plomo en la sangre. Nosotros lo denunciábamos y las autoridades decían que no pasaba nada. Pero los hermanos nos decían que veían la contaminación llegar, que su río ya no tenía pescado, que no podían tomar el agua porque les salían ronchas.
También denunciaron los problemas que les trajo el gasoducto de Camisea.Claro. En agosto del 2004, el presidente Toledo dijo que ese era un megaproyecto. Y el 22 de diciembre de ese año se produjo el primer derrame. Fue el regalo de Navidad para los matsiguengas. Y ha habido muchos más derrames. Por esto luchamos.
Usted también ha denunciado la tala ilegal en los bosques amazónicos.Nosotros apoyábamos el modelo forestal que propuso el Inrena. Se trataba de que los concesionarios manejaran con responsabilidad su bosque, con lo que ya no iban a entrar a los territorios indígenas en aislamiento voluntario. Los taladores, lógicamente, no querían formalizarse.
Tengo entendido que usted ha participado en demandas a empresas norteamericanas.Sí. Interpusimos una demanda ante una corte internacional en Nueva York a instituciones y empresas norteamericanas. Ellos validan la tala ilegal de caoba que, además, está contra la Convención para el Comercio Internacional de Especies Amenazadas.
¿Qué es aislamiento voluntario?Son pueblos indígenas que, por seguridad, han optado por internarse más en el bosque. Ellos no tienen contacto con nosotros ni con la sociedad. Son muy vulnerables a cualquier enfermedad. Por eso hemos trabajado proponiendo que el Gobierno cree reservas territoriales. En el Perú existen catorce pueblos en estas condiciones, en diversos lugares de la selva.
¿Ha recibido amenazas por sus actividades?Sí. En Madre de Dios, taladores ilegales hicieron un paro con vandalismo. Incendiaron la oficina de Inrena, Registros Públicos y otras instituciones. Uno de los objetivos fue quemar mi casa. Siempre ha habido rumores de que yo estaba en su lista, pero esto no me ha intimidado. He continuado. Chocar con los intereses petroleros y madereros ha conllevado siempre riesgos. Esta vez, por lo menos, estoy conociendo algo positivo de esto.
Cuénteme del premio que ha recibido.Lo recibí en San Francisco, el 23. Hice una exposición de cinco minutos en la sala de ópera de la ciudad, ante 3,500 personas. Estuve recibiendo felicitaciones como una hora y media. Fue agotador, pero también sentí la fuerza de otros pueblos de Colombia, Bolivia, Venezuela o Ecuador, incluso de países de África, que sentían que nuestro trabajo también los alcanzaba a ellos. Hemos puesto en agenda los problemas de los hermanos indígenas de otros países del mundo y ya he recibido muchas invitaciones para difundir estos temas.
1 comentario:
interesante el tema sobre los derechos de los pueblos el quien comenta es miembro de la etnia machiyenka , es bueno escribir hacer documentales seria mas efectivo que ese producto se de a conocer alos mismos indigenas afectados
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