El Comercio, 22-04-07
TRIUNFOS. Julio Cusurichi, el líder de los shipibos de Madre de Dios, ha ganado el Premio Ambiental Internacional Goldman, para muchos el Nobel de la ecología mundial, por su labor en la defensa de los pueblos indígenas no contactados y contra la tala ilegal.
TRIUNFOS. Julio Cusurichi, el líder de los shipibos de Madre de Dios, ha ganado el Premio Ambiental Internacional Goldman, para muchos el Nobel de la ecología mundial, por su labor en la defensa de los pueblos indígenas no contactados y contra la tala ilegal.
Por Miguel Ángel Cárdenas M.
La de su esposa, Elisa, era una voz en el desierto (debería decir: "en la selva", pero, por la tala ilegal de árboles, el panorama es radicalmente asfixiante). Ella le reclamaba a Julio Cusurichi, de 37 años, y natural de El Pilar, en Puerto Maldonado (pocas veces decir natural es más exacto): "Renuncia, estamos en peligro, te van a matar, nos van a matar, piensa en tus hijos". Ella recuerda ahora: "Pero él me decía: 'Yo tengo que luchar hasta el último, los espíritus nos protegen'. A veces pasaban dos meses y no lo veía porque estaba en las comunidades". Y fue por esta indócil valentía que su esposo y padre de dos hijos de 5 y 7 años ha obtenido hoy uno de los más prestigiosos reconocimientos mundiales. Julio Cusurichi fue uno de los más lúcidos luchadores shipibos que le exigieron al Estado que aceptara la existencia de los pueblos en aislamiento voluntario en Madre de Dios y que, después, les reconociera, en el 2002, un área de hábitat reservada, de 7,688 kilómetros cuadrados, inviolable para cualquier transnacional. Pero Julio no se detuvo: organizó una red de solidaridad y seguimiento de protección a la reserva, contra la tala ilegal de caoba que, por la deforestación, solo se encuentra en las zonas vírgenes. Y no se detiene nunca.
¿A qué edad empieza a defender los derechos de su comunidad? Cuando tenía 21 años. Llegué a la Federación Nativa de Madre de Dios (Fenamad) y tuve contactos con los líderes. Mi padre fue uno de ellos. Y me fui especializando en la titulación de tierras, la seguridad jurídica. Hemos logrado titular al 95% de las comunidades, hemos luchado para que el Gobierno ya no otorgue concesiones mineras a terceros en los territorios indígenas. Ha sido una lucha fuerte donde hubo balaceras, enfrentamientos fuertes con los mineros, con líderes denunciados.
Usted estuvo amenazado de muerte. Hay momentos en que se siente miedo, pero te inspira el valor de los cientos de comuneros, más la fuerza de los espíritus. También impulsamos la aplicación de la ley forestal. Madre de Dios ha sido la primera región que ha creado los bosques de producción permanente, para que los madereros ilegales no entren a las reservas de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario. Lo adjudicamos a algunos concesionarios para que trabajen el bosque sosteniblemente, pero se olvidó el Gobierno, no ayudó con la promoción de créditos ni con asesoría técnica. Por eso, la tala ilegal continúa en toda la Amazonía.
Lo peligroso para ustedes es que esos madereros ilegales manejan dinero y armas. Es una mafia que corrompe a las autoridades. No entiendo cómo si sabemos que son ilegales, cuando pasan por Inrena ya están legalizados. Por esto, impulsamos el proceso de concesiones forestales. Pero hubo un grupo contratado por los grandes madereros que quemó el Ministerio de Agricultura, el Inrena, Registros Públicos. No querían entrar a la legalidad. Nuestro trabajo es luchar contra la depredación y en el 2002 se ha creado la reserva territorial para defender a los indígenas en aislamiento voluntario, que son pueblos vulnerables. Son 800 mil hectáreas.
¿Usted ha tenido comunicación con estos pueblos en aislamiento voluntario? ¿Cuántos son? No, nuestra política no es buscar el contacto, sino garantizar un espacio territorial para que ellos sigan viviendo en sus labores tradicionales, caza, pesca y que garanticen su vida. Según las evidencias, existen tres pueblos, que parecen ser mashco-piros y amahuacas y serían cientos; porque se han encontrado restos de sus casas, las formas como hacen sus flechas con dientes de animales. Son muy distintos a los shipibos. En el 2003, 2004 y 2005 hubo enfrentamientos con los madereros, con algunos muertos madereros, pero no se sabe cuántos muertos indígenas hay. Son luchas desiguales de armas de fuego contra arcos y flechas. Ellos no son violentos, son como uno que defiende su casa cuando le quieren robar.
Es polémica la defensa de no contactados. El argumento de la modernidad es que implica que no tengan servicios de salud, que estén en el atraso, cuando podrían beneficiarse de los adelantos occidentales sin perder sus costumbres. Eso es un mito de los que quieren seguir extrayendo la madera de esa zona porque todavía hay madera. Los madereros dicen que no existen y los misioneros que hay que contactarlos, porque quieren darles a conocer la palabra de Dios. Hay diferentes intenciones. Nosotros decimos que hay que asegurar el territorio, para que no ocurra lo que con los machiguengas, que casi son exterminados. Y después ellos mismos puedan decidir, cuando ya tengamos un plan de contingencia sobre salud. Ahorita la salud no llega ni a las comunidades con título. En Brasil se dieron cuenta de que la política de buscar contacto los mataba, porque sus organismos no están preparados...
¿Y qué hicieron allá para protegerlos? Primero resguardan y después con un proceso con varias etapas esperan que se contacten por propia voluntad, pero con una logística muy buena. Yo estuve por ahí, por Tabatinga, viendo un proceso de seis años con los corubos. Estaban preparando sus cuerpos con medicina para tener roce con esta civilización y que no los maten nuestras enfermedades. Los pescadores se metían a sus tierras con armas, un muchacho de 17 años tenía una munición en su canilla, y había un niño de 7 con una munición bajo el ojo. Al de la canilla ya lo habían intervenido, pero hubo que prepararlo dos años.
Hablemos de la reserva. Sé que el Estado había formado puestos de vigilancia, pero que después los abandonó, y tuvo que formar gente para que vigile. Tuvimos la oportunidad de hacer un convenio con los ministerios de Agricultura, del Interior y en ese tiempo con la Conapa, para expulsar a los madereros. Entonces han ido treinta policías que han durado treinta días. Solo quedaron dos funcionarios de Inrena. Pero dos contra doscientos madereros tienen que decir: ya pasen. Entonces dijimos: vamos a formarnos como guardabosques y guardareservas indígenas. Y con la experiencia de que los puestos lejos de la comunidad no funcionan, los construimos en la misma comunidad. Pero es difícil, tenemos que hacer más cosas. Hemos hecho el año pasado una denuncia para solicitar una medida cautelar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para que sean atendidos estos pueblos con controles de vigilancia.
También han enjuiciado al Departamento del Interior, de Agricultura y al de Seguridad a la Patria de Estados Unidos junto con tres empresas importadoras de madera... Es que Estados Unidos es el mayor país que compra madera ilegal. La denuncia se hizo en la Corte Internacional de Comercio de Nueva York, por el incumplimiento del Cites (Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas). El 11 de enero de este año ha sido la última sustentación oral y en dos o tres meses va a salir la sentencia. El tema no solo afecta a los indígenas sino al país.
El daño ecológico es tremendo, el medio ambiente sufre de manera irrecuperable. ¿Les han dicho que la cultura shipiba siempre creció en armonía con el ecosistema? Sí. Aunque es una lucha del pueblo indígena en general. La lucha es por el planeta. Y en el proceso enfrentamos muchos intereses.
¿También con las mineras de oro en la región? Sí, con las mineras de oro hay un problema muy fuerte en Madre de Dios. Anualmente, según los mismos mineros, se sacan 25 toneladas de oro y tenemos los ríos muertos. Muchas concesiones mineras están superpuestas a territorio de comunidades como hay la ley de la minería y cualquier persona del Perú puede solicitarla en cualquier parte. Y el minero va y dice yo soy dueño, acá yo trabajo, en la tierra de una comunidad. Por más que le han dado el subsuelo, estos amigos tienen que malograr lo de encima, la tierra. Y se crea un conflicto bien grande, ha habido mucha violencia.
¿Y cuál es el problema con las petroleras? En Madre de Dios hay tres lotes petroleros, y otro que está en promoción, sin consultar a la región ni a la población. Hemos hecho pronunciamientos fuertes, conociendo lo que ha pasado en el río Corrientes, en Contamana, en Urubamba con la empresa de Camisea.
¿Cómo reacciona cuando los acusan de enemigos del desarrollo, que están en contra de la inversión y las transnacionales? Nosotros no estamos en contra de la inversión privada. Hay que ver cómo esta afecta los derechos territoriales, el problema de salud, de la contaminación. En eso estamos en contra. Si miras Corrientes, treinta años que están trabajando y esas comunidades están mucho más pobres y más contaminadas.
Sé que cuando ha venido a Lima para entrevistarse con las autoridades ha sentido cierto aire de superioridad, de ninguneo, de racismo. En la mayor parte de las autoridades. Pero luego he dialogado y siempre me tienen respeto, porque les he demostrado la justicia de nuestras luchas con argumentos sólidos.
EN PUNTOS
- La Fundación Goldman fue creada en 1990 por una pareja de filántropos. Su premio se otorga cada año a "un personaje ordinario que hace cosas extraordinarias en su país" .
- El jurado está integrado por algunos premios Nobel. Y el premio máximo consta de 125 mil dólares.
- Este año fueron seis ganadores en todo el mundo. En la crítica región de Sur y Centro América el ganador absoluto fue Julio Cusurichi, dirigente de la Federación Nativa de Madre de Dios (Fenamad), fundada en 1982, que representa a las comunidades indígenas de harakmbut, machiguenga, yine, esse'eja, shipibo, kichuaruna, yaminahua, mascho-piro y amahuaca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario